“…los minuciosos
tesoros de nuestro amigo B [Böhme],
a quien, en conciencia, no puedo creer en la escasez…”
a quien, en conciencia, no puedo creer en la escasez…”
Carta de L.-C. de Saint-Martin a Kirchberger,
19 de Junio de 1797
Mysterium Magnum
«Breve extracto»
Jacob Böhme
(1575-1624)
De cómo el mundo visible es un
flujo y
réplica de la ciencia y voluntad divinas.
De cómo ha surgido toda vida de
creatura, y de cómo es el aspecto
externo e interno de Dios.
réplica de la ciencia y voluntad divinas.
De cómo ha surgido toda vida de
creatura, y de cómo es el aspecto
externo e interno de Dios.
1. Toda esencia y
vida sensible ha venido del MYSTERIUM
MAGNUM, como de un flujo y réplica de la ciencia divina; en lo que
hemos de comprender dos cosas, la libre
voluntad del abismo y el uno esencial de la voluntad, y cómo ambos son una
réplica del abismo en cuanto fundamento de revelación divina; cómo son dos y
sin embargo sólo uno, y de ellos ha salido el tiempo y el mundo visible junto
con todas las criaturas, y han entrado en una hechura.
2. El uno único es la causa de la voluntad,
lo que hace que la voluntad quiera algo, y ésta no tiene nada que querer, sino
a sí misma, para fundamento y morada de su yoidad: no tiene nada que pueda
captar, excepto el uno, en el que se capta en una yoidad; y esa actuación no
sería una esencia visible si no saliera a través de la voluntad.
3. La salida ahora es un espíritu de la
esencia y de la voluntad invisibles, y una revelación del abismo por medio del
fundamento de la unidad, por cuya salida la voluntad del abismo se arroja al
abismo, como un mysterium de
omnisciencia; con esa salida se entiende la causa y origen de toda división de
la unidad de la voluntad única, abismal, por medio del fundamento propio de su
identidad autocaptada; también el comienzo
eterno del movimiento y causa de la vida, cuyo movimiento es un incesante deseo
de la voluntad: pues la voluntad mira la propiedad a través del movimiento
y causa de la vida, y cómo la unidad, a través del movimiento de la voluntad,
reposa en multiplicidad infinita, al modo y manera como el ánimo es una unidad
y fuente de los sentidos, ya que una profundidad así de la multiplicidad surge
del ánimo único, siendo los sentidos incontables.
4. Por medio de esta triple unidad
consideramos la esencia de Dios: por la
unidad al Dios único; por la voluntad al padre; y por la disposición de la voluntad
como asiento de la mismidad, como el eterno algo que allí actúa, o con el que
la voluntad actúa, al hijo o fuerza de la voluntad; y por la salida, al
espíritu de la voluntad y de la fuerza; y por la réplica se comprende la
sabiduría del conocimiento, de donde han surgido todos los fenómenos y
criaturas, y eternamente surgen.
5. Del movimiento de esta esencia invisible,
real, del flujo de la ciencia eterna, ha
surgido el conocimiento, donde el deseo se contempla y se introduce en un
deseo de configuración; en ese deseo ha surgido el fundamento natural y
creatural de toda vida y todos los seres, puesto que el deseo ha captado y
encerrado en propiedad el flujo de la ciencia: de ahí han nacido dos voluntades diferentes, una, de la ciencia divina; la otra,
de la propiedad de la naturaleza, puesto que las propiedades se han
introducido en una voluntad propia, y se han imprimido el carácter de propiedad
y de la voluntad propia, y se han hecho ásperas, aguzadas, punzantes y duras,
de modo que de tales propiedades ha surgido de la ciencia enemistad y oposición
a tales propiedades; tal como en las propiedades del demonio, igual que en las
ásperas tierras, piedras, criaturas, puede verse cómo las propiedades se han
alejado de la unidad y han ido a una impression: por lo cual soportan en este tiempo la separación o escapada de
la voluntad divina, y han de estar en
esa impression hasta el día de la recuperación.
6. Lo que hemos de considerar ahora
primordialmente es el alma del hombre,
que es una imagen o réplica de la ciencia divina, como réplica del conocimiento
divino y natural, ya que el fundamento de todos los seres reposa en el
uno, que se hace divisible con la voluntad que sale del alma, y se manifiesta,
de modo que reconocemos claramente cómo el
alma es una fuente del bien y del mal, cosa que la Escritura también nos
indica al mostrarnos cómo la caída y la
perdición surgieron del deseo de propiedad de las propiedades; por eso nos resulta necesario en extremo que
aprendamos a conocer cómo desde la propiedad adoptada, en la que tenemos tormento,
necesidad y dolor, conseguimos entrar en la unidad, es decir, en el fundamento
y origen del alma, donde el alma
pueda descansar en su fundamento eterno.
7. Ninguna
cosa puede reposar en sí misma, a no ser que vuelva a entrar en aquello de lo
que salió: el alma ha pasado de la unidad a un deseo de sensibilidad para
probar la división de las propiedades; por eso ha surgido en ella la división y
la oposición que dominan ahora el alma: y
no conseguirá liberarse de ello mientras no abandone en sí misma el deseo de las propiedades, y vuelva a obligarse
a entrar en la quietud más grande, y desee acallar su querer, es decir,
que la voluntad, por encima de toda
sensibilidad y figuración, se abisme en la voluntad eterna del vacío, de
la que surgió originariamente el Mysterium Magnum, de modo que ya no quiera
nada en sí misma, sino lo que Dios quiere por medio de ella; así está ella
en el fundamento más profundo de la unidad: de modo que si quiere permanecer dentro un instante, sin movimiento del propio
deseo, la voluntad del abismo, por movimiento divino, le habla dentro, e
incorpora en sí, como propiedad suya, su voluntad abandonada, e implanta en
ella el ens de la eterna
captabilidad del aposento de Dios, es decir, el uno esencial.
8. Y así como la voluntad de la eterna
divinidad sale eternamente a través del espíritu y produce una réplica del
abismo, así también la voluntad
abandonada del alma es iluminada y conducida sin cesar por la captabilidad
divina, por la voluntad divina: y así, el alma humana, en la voluntad de
Dios, en la ciencia y conocimiento divinos, domina sobre todas y por todas las
cosas: respecto a lo cual dijo Moisés que ella habría de dominar sobre todas
las criaturas del mundo. Al igual que el espíritu de Dios va a través de todo y
prueba todo, también el alma iluminada
consigue dominar sobre y por todas las propiedades de la vida natural, y
someter las propiedades, e introducir en la razón desde la ciencia divina la
más alta sensibilidad, como dice San Pablo: El espíritu explora todas las cosas, también lo profundo de la
divinidad (1 Cor 2:10). Y con tal introducción de la voluntad
divina, el hombre vuelve a ser unificado con Dios, y renacido en el alma, y se
empeña en morir a la propiedad del falso deseo con el fin de renacer con nueva
fuerza.
9. De modo que entonces la propiedad lo ata a la carne, pero con el alma camina en Dios, y en
el viejo hombre nace un nuevo hombre espiritual de voluntad y sentido divinos,
que mata diariamente el deseo de la carne, y, por la fuerza divina, hace del
mundo, como vida exterior, el cielo, y del cielo, como mundo interior
espiritual, el mundo visible, es decir, de modo que Dios se hace hombre, y el hombre, Dios, hasta que el árbol llega a su mayor altura y produce
sus frutos a partir del Mysterium Magnum, de la ciencia divina;
es entonces cuando desaparece la vieja
corteza y surge un árbol espiritual de la vida en el campo de Dios.
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