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martes, 30 de octubre de 2012

El Sacerdocio del Hombre Nuevo. Saint-Martin

“Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne, y un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura”
Heb 10:19-22
El cristianismo solo se compone de la raza santa, de la verdadera raza sacerdotal. (…) el cristianismo es el complemento del sacerdocio de Melquisedec; es el alma del Evangelio; es el que hace circular en este Evangelio todas las aguas vivas de las que las naciones tienen necesidad para satisfacer su sed. (…) el cristianismo nos muestra a Dios al descubierto en el seno de nuestro ser, sin el auxilio de las formas y de las fórmulas. (…) el cristianismo solo puede estar compuesto de la raíz santa y sacerdotal que es el hombre primigenio, o de la verdadera raíz sacerdotal”. MHE, De la Palabra

La Regeneración del Hombre Nuevo

"Es que, si [el Hombre] llega a regenerarse en su pensamiento, lo hace pronto también en su palabra, que es como la carne y la sangre del pensamiento y, cuando se ha regenerado en esta palabra, lo hace pronto también en la obra, que es la carne y la sangre de la palabra. [...] todo en él se transforma en substancias espirituales y angélicas, para llevarlo sobre sus alas hacia todos los lugares a los que su deber le llama..." [HN 4]
"Y he aquí esta brillante luz que el hombre puede hacer estallar dentro de sí mismo, porque es la palabra de todos los enigmas, la llave de todas las religiones, y la explicación de todos los misterios. Pero, ¡oh hombre!, cuando llegues a este feliz término, si eres sabio, guardarás tu ciencia en tu corazón". [CN, XX]

La Ordenación Santa

"Preséntate con la misma seguridad a la región del espíritu y la virtud que va unida al arca santa te pondrá en contacto con los ministros del Señor que te dirigirán en tus combates contra tus adversarios, te darán conocimiento de la tierra prometida, te instruirán en las leyes sagradas que tú deberás poner en práctica, si quieres conservar su posesión, y que, tanto de día como de noche, marcharán en tu presencia, para que no te apartes de los caminos del Señor.
Esta virtud que lleva consigo el arca santa te hará entrar en las asociaciones de los patriarcas y de los profetas, para que eleves tu pensamiento hasta las regiones divinas, superiores a esas regiones imaginarias que te ves obligado a recorrer con tanto sacrificio. Te demostrarán con su ejemplo que la vida divina tiene como objeto animar tu alma y que es la morada más entrañable que puede tener. Lo verás por tus afectos particulares y también por la dulce paz y la seguridad celeste que verás que reina en toda su persona y comprenderás entonces que esta vida divina es nuestro verdadero elemento natural y que sólo en ella recibimos sin desorden, agitación ni trabajo, el maná verdadero que crea en nosotros la vida en toda su plenitud, al no tener que sufrir ninguna separación.

Preséntate, con la misma seguridad, a la región divina, y la virtud que va unida al arca santa hará que se te abran las puertas eternas y que desciendan sobre ti chorros de esas influencias vivificantes de las que se llenan para siempre las moradas de la luz. Este arca santa será el primer receptáculo y hará que disfrutes de las promesas destinadas a los que hayan hecho un uso decidido de la medicina de amargura, del que depende nuestra renovación universal. Se convertirá en el órgano de los oráculos sagrados y bastará con que te pongas en su presencia para que los oigas, pues la voz de nuestro Dios es una voz viva, que no se interrumpe a partir del momento en que haya comenzado, y los sonidos de esta voz sólo pretenden llenar toda la universalidad con su dulzura encantadora y tan sin igual que no podemos concebirla mientras no haya adquirido por completo todo nuestro ser una sustancia nueva y no se haya transformado en todas sus partes en una especie de eco Divino.

Esta misma arca santa encargará al gran sacerdote de la orden de Melquisedec que te ponga él mismo los hábitos sacerdotales, después de bendecirlos, y te dé por su propia mano los órdenes santificantes, por medio de los cuales podrás, en su nombre, derramar consuelos en las almas, haciendo que, por tu proximidad, por tu verbo purificador y por la santidad de tus luces, se den cuenta de que pasamos en la esclavitud, las tinieblas y la muerte todos los momentos en que no estamos directamente en la atmósfera de Dios". [HN 16]

"Entonces es cuando el hombre se da cuenta de que es, en espíritu y en verdad, el sacerdote del Señor. Entonces es cuando ha recibido el orden vivificante y puede transmitir este orden a todos los que se consagren al servicio de Dios, es decir, atar y desatar, purificar, absolver, sumir al enemigo en las tinieblas y hacer que reviva la luz en las almas, pues la palabra orden viene del término ordinare (ordenar), que quiere decir volver a poner cada cosa en su sitio y en su lugar, y ésa es la propiedad del verbo eterno que produce todo continuamente según el peso, el número y la medida. Y es tal, finalmente, el interés de la palabra por esta obra sublime, que se transformaría en hombre ella misma para venir a ordenarnos y consagrarnos, si no hubiese hombres que pudiesen imponernos las manos, pues ella sabe que es preciso que aquí abajo los órganos de la verdad estén encarnados en forma humana para poder sernos útiles". […]
"Este es el estado de los que, tras haber vencido al dragón, son elevados después de su muerte a la región del descanso y la felicidad; ése es también el estado de los que han roto aquí abajo las cadenas de su esclavitud y han abierto todas sus facultades a quien no pide nada mejor que penetrar en ellas y llenarlas; éste es, finalmente, el estado de aquellos sobre los que ha impuesto sus manos el espíritu, porque por esta imposición de manos reúne en ellos, formando una unidad, todas las subdivisiones espirituales que ellos habían dejado desperdigarse. También por este medio y en virtud de la unidad indivisible de la que este espíritu es depositario, los pone en situación de imponer a su vez las manos sobre sus semejantes y de efectuar en ellos las mismas agrupaciones que han tenido lugar en ellos mismos cuando les impuso las manos el espíritu. Y ésa es la finalidad del sacerdocio, esos son los poderes, esos son los frutos de los que se han hecho merecedores y que están incluidos en la decisión divina". [HN 4]
"Presentarle [al hombre] el Universo como un gran templo, cuyos astros son sus antorchas, la Tierra el altar, todos los Seres corporales el holocausto y el hombre el sacrificador, era, efectivamente, representarle su destino bajo vivos colores. De este modo podía recobrar profundas ideas sobre la grandeza de su primer estado, donde estaba llamado nada menos que a ser el SACERDOTE DEL ETERNO en el Universo". [CN, XVII]


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