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martes, 29 de noviembre de 2016

Un navío sobre un mar en calma...- Saint-Martin


"El corazón del hombre es el único puerto donde el barco, lanzado por el gran soberano a la mar de este mundo para transportar a los viajeros a su patria, puede encontrar un asilo seguro contra la agitación de las olas y un fondeadero sólido contra el ímpetu de los vientos.

No le prohibamos la entrada, si no queremos merecer por su parte los reproches de la ingratitud y de la inhumanidad. Por el contrario, tengamos un cuidado permanente para mantener este puerto en buen estado y quitar las arenas que puedan acumularse delante de él y que la mar vaya depositando en todo momento, tengamos mucho cuidado de quitarle el fango y los sedimentos que se amontonan todos los días y que al cubrir el fondo sólido impedirían que el ancla del barco pudiese agarrarse y quedarse fija, tengamos sobre todo mucho cuidado para preparar todos los socorros que obrarán en nuestro poder para aliviar a los infelices navegantes ya cansados por la mar y actuemos de tal forma que encuentren todos los consuelos que puedan desear, para que este puerto sea cada día más frecuentado y resulte así útil y querido para todas las naciones del universo.

De esta forma restableceremos entre nosotros, nuestros hermanos y todos los países un vínculo favorable que nos hará disfrutar de antemano de los beneficios de esta comunión universal, por la que hemos recibido la existencia, que es el primer objeto de la ambición del hombre nuevo.

Es inútil decir a este hombre nuevo que este barco lanzado por el gran soberano de los seres es el nombre del Señor, ya que es por este nombre poderoso por el que el hombre nuevo ha recibido el nacimiento. Es inútil decirle que este nombre poderoso debe anclarse en él para poder dejar que pase la tempestad y continuar después su ruta hasta que pueda llevar a su destino a los viajeros que tiene a su cargo. Este hombre nuevo conoce todas estas grandes verdades, pues sabe que ha nacido, que existe y debe existir exclusivamente para la conservación de la ley del Señor y para cooperar con toda su fuerza en los designios benefactores que la sabiduría Divina produce incesantemente para el bien de la posteridad humana.

Pero no podemos evitar recordar también aquí cuáles son los extraordinarios efectos que producen en nosotros este nombre maravilloso, cuando se digna a descender hasta nuestra miseria y distribuir sus influencias benefactoras sobre todos nuestros miembros y sobre todas nuestras facultades. Me comprenderán los que estén instruidos, cuando les diga que este nombre hace que nos venga, como de improviso, una afectuosidad, por no decir una sensación, tan nueva, tan dulce y tan consoladora que parece que nuestra primera existencia ha quedado abolida y borrada y la ha sustituido otra de una índole que no hubiésemos podido concebir, por más que se hubiese tratado de explicárnosla, si ese nombre no nos aportase por sí mismo su influencia.

Hombre, quienquiera que seas, si por tu perseverancia y tu oración puedes conseguir que la mano benefactora que vela por nosotros te haga sentir así algún día tu doble existencia, encierra celosamente estas alegrías en tu corazón y prostérnate. Es posible que, después de estos dulces favores, tengas de nuevo apatía y lentitud, pero estas tormentas pasaran por encima de tu cabeza, se sembrará el grano, lo cubrirá la tierra y seguirá allí, en su apacible oscuridad, su próspero crecimiento, a pesar de los vientos, las nieves, las heladas y las escarchas que puedan cubrir la superficie de la tierra, y no dejará de presentar sus frutos y su fértil abundancia cuando llegue la estación de la recolección". 
El Hombre Nuevo, 27

viernes, 28 de octubre de 2016

El Iniciado Martinista avanza con prudencia y silencio bajo la capa.- Jean-Marc Vivenza


La vigilancia, que debe guiar los pasos del Hermano martinista, proviene del verdadero conocimiento en el seno de Sophia, esto es, de la Sabiduría cuyo atributo lleva consigo: la Capa.

Esta es la Sabiduría divina que San Pablo opone a la sabiduría profana de este mundo. Para L.C. de Saint-Martin, esta última sólo es un fragmento caído de la Sabiduría primordial donde Sophia es mucho más que una sabiduría mundana, ella conduce al hombre a un impulso divino (recordemos que el Espíritu Santo ha sido identificado con la Sophia por san Teófilo de Antioquía y san Ireneo de Lyon), verdadero depósito transmitido de Iniciado a Iniciado, en secreto, y cuya radiación, dando testimonio al mundo, se revela a quien se abre a ella percibiéndola y recibiéndola. Si el Iniciado avanza con prudencia y silencio bajo la capa, aquello que a veces “es lo que es” (su personalidad), habla más fuerte de lo que “dice”. La capa recubre sus vestimentas (“aquello que es”), ocultando su aspecto exterior bajo sus pliegues de tela negra. Aprende así a silenciar las reivindicaciones de su yo. La vestimenta siempre refleja la personalidad de quien la viste, por ello es puesta aquí “bajo el velo”; el término capa en sí mismo proviene del latín “mantellum” que significa “velo”.