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sábado, 4 de agosto de 2012

Mysterium Magnum. Jacob Böhme


“…los minuciosos tesoros de nuestro amigo B [Böhme], 
a quien, en conciencia, no puedo creer en la escasez…”
Carta de L.-C. de Saint-Martin a Kirchberger,
19 de Junio de 1797

Mysterium Magnum

«Breve extracto»

Jacob Böhme
(1575-1624) 

 De cómo el mundo visible es un flujo y
réplica de la ciencia y voluntad divinas.
De cómo ha surgido toda vida de
creatura, y de cómo es el aspecto
externo e interno de Dios.

1. Toda esencia y vida sensible ha venido del MYSTERIUM MAGNUM, como de un flujo y réplica de la ciencia divina; en lo que hemos de com­prender dos cosas, la libre voluntad del abismo y el uno esencial de la vo­luntad, y cómo ambos son una réplica del abismo en cuanto fundamento de revelación divina; cómo son dos y sin embargo sólo uno, y de ellos ha sa­lido el tiempo y el mundo visible junto con todas las criaturas, y han entra­do en una hechura.

2. El uno único es la causa de la voluntad, lo que hace que la voluntad quiera algo, y ésta no tiene nada que querer, sino a sí misma, para funda­mento y morada de su yoidad: no tiene nada que pueda captar, excepto el uno, en el que se capta en una yoidad; y esa actuación no sería una esencia visible si no saliera a través de la voluntad.

3. La salida ahora es un espíritu de la esencia y de la voluntad invisibles, y una revelación del abismo por medio del fundamento de la unidad, por cuya salida la voluntad del abismo se arroja al abismo, como un mysterium de omnisciencia; con esa salida se entiende la causa y origen de toda divi­sión de la unidad de la voluntad única, abismal, por medio del fundamen­to propio de su identidad autocaptada; también el comienzo eterno del movimiento y causa de la vida, cuyo movimiento es un incesante deseo de la voluntad: pues la voluntad mira la propiedad a través del movimiento y causa de la vida, y cómo la unidad, a través del movimiento de la voluntad, reposa en multiplicidad infinita, al modo y manera como el ánimo es una unidad y fuente de los sentidos, ya que una profundidad así de la multipli­cidad surge del ánimo único, siendo los sentidos incontables.

4. Por medio de esta triple unidad consideramos la esencia de Dios: por la unidad al Dios único; por la voluntad al padre; y por la disposición de la voluntad como asiento de la mismidad, como el eterno algo que allí actúa, o con el que la voluntad actúa, al hijo o fuerza de la voluntad; y por la sali­da, al espíritu de la voluntad y de la fuerza; y por la réplica se comprende la sabiduría del conocimiento, de donde han surgido todos los fenómenos y criaturas, y eternamente surgen.

5. Del movimiento de esta esencia invisible, real, del flujo de la ciencia eterna, ha surgido el conocimiento, donde el deseo se contempla y se in­troduce en un deseo de configuración; en ese deseo ha surgido el funda­mento natural y creatural de toda vida y todos los seres, puesto que el de­seo ha captado y encerrado en propiedad el flujo de la ciencia: de ahí han nacido dos voluntades diferentes, una, de la ciencia divina; la otra, de la propiedad de la naturaleza, puesto que las propiedades se han introducido en una voluntad propia, y se han imprimido el carácter de propiedad y de la voluntad propia, y se han hecho ásperas, aguzadas, punzantes y duras, de modo que de tales propiedades ha surgido de la ciencia enemistad y oposi­ción a tales propiedades; tal como en las propiedades del demonio, igual que en las ásperas tierras, piedras, criaturas, puede verse cómo las propiedades se han alejado de la unidad y han ido a una impression: por lo cual so­portan en este tiempo la separación o escapada de la voluntad divina, y han de estar en esa impression hasta el día de la recuperación.

6. Lo que hemos de considerar ahora primordialmente es el alma del hombre, que es una imagen o réplica de la ciencia divina, como réplica del conocimiento divino y natural, ya que el fundamento de todos los seres re­posa en el uno, que se hace divisible con la voluntad que sale del alma, y se manifiesta, de modo que reconocemos claramente cómo el alma es una fuente del bien y del mal, cosa que la Escritura también nos indica al mos­trarnos cómo la caída y la perdición surgieron del deseo de propiedad de las propiedades; por eso nos resulta necesario en extremo que aprendamos a conocer cómo desde la propiedad adoptada, en la que tenemos tormen­to, necesidad y dolor, conseguimos entrar en la unidad, es decir, en el fun­damento y origen del alma, donde el alma pueda descansar en su funda­mento eterno.

7. Ninguna cosa puede reposar en sí misma, a no ser que vuelva a entrar en aquello de lo que salió: el alma ha pasado de la unidad a un deseo de sensibilidad para probar la división de las propiedades; por eso ha surgido en ella la división y la oposición que dominan ahora el alma: y no conse­guirá liberarse de ello mientras no abandone en sí misma el deseo de las propiedades, y vuelva a obligarse a entrar en la quietud más grande, y de­see acallar su querer, es decir, que la voluntad, por encima de toda sensibi­lidad y figuración, se abisme en la voluntad eterna del vacío, de la que sur­gió originariamente el Mysterium Magnum, de modo que ya no quiera nada en sí misma, sino lo que Dios quiere por medio de ella; así está ella en el fundamento más profundo de la unidad: de modo que si quiere permane­cer dentro un instante, sin movimiento del propio deseo, la voluntad del abismo, por movimiento divino, le habla dentro, e incorpora en sí, como propiedad suya, su voluntad abandonada, e implanta en ella el ens de la eterna captabilidad del aposento de Dios, es decir, el uno esencial.

8. Y así como la voluntad de la eterna divinidad sale eternamente a tra­vés del espíritu y produce una réplica del abismo, así también la voluntad abandonada del alma es iluminada y conducida sin cesar por la captabili­dad divina, por la voluntad divina: y así, el alma humana, en la voluntad de Dios, en la ciencia y conocimiento divinos, domina sobre todas y por todas las cosas: respecto a lo cual dijo Moisés que ella habría de dominar sobre todas las criaturas del mundo. Al igual que el espíritu de Dios va a través de todo y prueba todo, también el alma iluminada consigue dominar sobre y por todas las propiedades de la vida natural, y someter las propiedades, e introducir en la razón desde la ciencia divina la más alta sensibilidad, como dice San Pablo: El espíritu explora todas las cosas, también lo profundo de la divinidad (1 Cor 2:10). Y con tal introducción de la voluntad divina, el hombre vuelve a ser unificado con Dios, y renacido en el alma, y se empe­ña en morir a la propiedad del falso deseo con el fin de renacer con nueva fuerza.

9. De modo que entonces la propiedad lo ata a la carne, pero con el al­ma camina en Dios, y en el viejo hombre nace un nuevo hombre espiritual de voluntad y sentido divinos, que mata diariamente el deseo de la carne, y, por la fuerza divina, hace del mundo, como vida exterior, el cielo, y del cielo, como mundo interior espiritual, el mundo visible, es decir, de modo que Dios se hace hombre, y el hombre, Dios, hasta que el árbol llega a su mayor altura y produce sus frutos a partir del Mysterium Magnum, de la cien­cia divina; es entonces cuando desaparece la vieja corteza y surge un árbol espiritual de la vida en el campo de Dios.



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